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Cabreriza
Provincia de Soria
©IGN.Iberpix
  Caballito de Soria, emblema turístico basado en el arte numantino y que actualmente inunda toda la provincia - e incluso parte del resto del país - y da a entender que el portador a visitado la provincia, la capital o lo que es más interesante, los pueblos de la provincia soriana.
Numangerrix
  Nuestro viaje a las tierras de Soria se gestó durante una comida en casa de mis tíos en Vic, nosotros ya llevábamos pensándolo hacia tiempo pero siempre lo íbamos dejando de un día para otro, hasta que ese domingo dijo de pronto mi tío Pedro: ¿Por qué no vamos a ver a Víctor estas vacaciones de verano?

  Mi madre y yo nos miramos y contestamos a la vez: "Vale" y a partir de aquí comenzó nuestra aventura soriana, ya de vuelta a casa puse las manos al Google Maps y comencé a buscar el pueblo perdido de mi primo Víctor: Cabreriza, partido judicial de Berlanga de Duero, provincia de Soria. 
 
  La búsqueda fue rápida el satélite situó el pueblo en un santiamén, estaba a unos nueve kilómetros de Berlanga de Duero, contando un par de kilómetros desde el propio Berlanga por una carretera local que salía de la esquina de la Casa Cuartel de la Benemérita en dirección a Paones, dejando atrás el Punto Verde de Berlanga y después de llegar a lo alto de la loma, una bajada bastante empinada va a dar a la intersección a la izquierda con la pista en dirección al pueblo fantasma. 
  Paramos en el medio de la carretera (trafico no es que hubiera mucho, la verdad…) en el lado de la derecha del camino de tierra una señal de tráfico que indicaba bien clarito su propósito: Cabreriza 7 kilómetros.
  Joer, pues si que está lejos - exclamé sorprendido - siempre que Víctor hablaba de su pueblo y aquellos alrededores pensé que estaría al lado de Berlanga, ahora la verdad es que me sorprendió la distancia, aunque la había visto yá en el Google Maps al ver la señal me pareció mucho más lejos de lo que me imaginaba. Después de girar a la izquierda nos introdujimos en la pista de concentración parcelaría (eso es realmente la "carretera") de gravilla apisonada (ripio, que dirían los argentinos, como su Ruta 40) y haciendo caso de la indicación de otra señal (a 40 Km/h) nos dirigimos en dirección a Cabreriza (un poco más rápido, quizás…) la pista la verdad es que está muy bien, para ser una pista de tierra, lo sospechoso era escuchar como las piedras levantadas por las ruedas delanteras apedreaban los bajos del coche como si fuesen los disparos de una ametralladora.
   Después de tragarme un par de baches y una zanja capaces todos ellos de tragarse un tráiler de veinte metros de largo - puta pista - comenzamos a subir en dirección al pueblo el cual ya veíamos a lo lejos en lo alto de una pequeña loma, paré el coche y bajé para hacerle un par de fotos y grabarlo con la cámara de video (yo soy así, complicao… ) seguimos nuestro camino y al poco llegamos al comienzo real de la subida al pueblo, a la izquierda y en lo profundo de una hondonada dejamos la nave donde él pastor amigo de mi primo tiene encerrado su rebaño de cabras y ovejas, gallinas, perros, etc, nosotros seguimos subiendo como si no hubiese un mañana, llegamos por fin al típico gran problema de siempre, el camino se bifurcaba en dos,¿ cuál de los dos elegir?

  Está claro que siempre se elige el equivocado, cogimos el camino que salía hacia la izquierda y cuándo nos dimos cuenta estábamos parados en el medio del camino sin saber a dónde ir, siempre pasa lo mismo, se te queda una cara de tonto…
   Púes nada decidimos ir a buscar al primo a pie, así que mi tío y yo salimos ruinas arriba y mi madre y mi tía se quedaron en el coche, mi tío pegando voces llamando a mi primo y para arriba, al poco una voz nos contestó: "Abuelo" también a grito pelao, al momento vimos bajar a mi primo a saltos por las peñas como si fuese un corzo de aquellos que hay tantos por allí, saludos, abrazos, cachondeo por habernos equivocado y nos fuimos hasta el coche, allí otra vez saludos, abrazos, besos, lagrimillas por parte de su abuela, en fin, lo típico de los reencuentros después de unos buenos meses de separación.
   Después de toda esa parafernalia y con él primo en el coche seguimos de frente hasta la fuente y el lavadero del pueblo, dimos la vuelta al coche - menos mal que había sitio de sobra, que sino… - y todos pa tras otra vez, de vuelta al camino de subida por el que habíamos llegado está vez giramos a la izquierda y seguimos subiendo un trecho de más o menos cien metros, otro giro a la izquierda una pequeña rampita recién asfaltada y por fin aparcamos en la puerta de la casa del primo, por fin, habíamos llegado a Cabreriza.
  Cabreriza topónimo curioso, supongo que estará relacionado con la existencias de rebaños de cabras en el municipio (supongo, digo) no lo he contrastado pero la verdad es que no me importa demasiado, el ultimo habitante del pueblo desapareció de él en el año 1973, demasiado tiempo para que un pueblo esté sólo, al poco tiempo de abandonarse, el pueblo comienza a sufrir las consecuencias, al no haber personas en él se queda sin mantenimiento, los tejados comienzan a perder tejas, los muros piedras y las puertas y ventanas comienzan a pudrirse y no encontrar sustitutos.

  Unos años más allá se cae el primer muro de una de las casas lo que provoca que la susodicha casa al poco tiempo se caiga del todo formando un conglomerado de piedras, tejas, maderas y recuerdos que nunca más se levantarán.
   Inexcusablemente va cayendo una casa tras otra, la primera calle se queda completamente en ruinas, al poco comienzan a caer las siguientes, la desgracia del abandono se va cebando poco a poco con el resto del pueblo, la iglesia el top de la gama de cada pequeño pueblo también va cayendo por culpa del abandono y de los chorizos (tan estimados en este país) gracias a estas "personas" todo lo que pudiera tener un mínimo interés cultural va desapareciendo poco a poco, desde los bancos de madera, el cepillo, los armarios, las imágenes, las lapidas de los próceres enterrado bajo el suelo de la nave, los cuadros y hasta las campanas, que hoy día al precio que está el bronce púes ya se puede uno imaginar donde abran acabado, gracias - eso sí - a la noble y desinteresada ayuda de tantos y tantos anticuarios de los pueblos de la zona y más allá... (de que me suena a mí esto último...) 
   Aunque cuándo más cruda está la cuestión aparecen por el horizonte personas que deciden volver a sus raíces y vuelven a "su" pueblo, este es el caso de Ramiro y Emeterio, dos hermanos de unos cincuenta y pocos años que han vuelto a habitar su antigua casa familiar abandonada cuándo eran jóvenes para irse a buscarse la habichuelas al pueblo de Almazán donde tanto su familia como ellos mismos comenzaron una nueva vida.

  Ahora ya casi en la tercera edad han decidido volver a su pueblo y proseguir parte de su vida allí, aunque su negocio y su vida prosiguen en Almazán, tienen en Cabreriza su casa familiar esperándoles con las manos abiertas en sus jornadas cinegéticas en las que suben al pueblo para la caza del jabalí, el corzo, o lo que se despiste como dicen ellos.
   Gracias a ellos su casa es una de las pocas que todavía dan un poco de prestancia a la zona alta del pueblo, aunque hay que reconocer que cuándo fuimos a conocerles con mi primo la primera impresión fue echar a correr cuesta abajo y sin mirar para atrás, me explico, dimos unos golpecitos en la jamba de la puerta y al poco se abrió dicha puerta dejando a la vista frente a nosotros a un tipo de uno setenta con unos pantalones  y gorra mimetizada militar, botas de media caña, camisa de color más bien indefinido, una escopeta de dos cañones atravesada sobre el pecho y unos pelos y una barba  como la de los componentes del grupo ZZ Top, de medio metro de larga mínimo, impresión fantástica donde las haya y que me trajo al recuerdo de repente aquella película llamada Deliverance (Defensa,  del director norteamericano  John Boorman)  y sino alquilarla en el videoclub y ya me diréis...
  Impresión fantástica que después de uno minutos se quedó en nada, pareja de hermanos la mar de majos que durante un buen rato nos estuvieron explicando cómo fue la vida en su pueblo cuando este estaba habitado por familias como la suya, de nobles trabajadores del campo y cuidadores de toda clase de bichos domésticos, también nos explicaron el trauma de la diáspora de sus vecinos y de su misma familia por todos los pueblos de los alrededores, su familia a Almazán, otros a Berlanga, a El Burgo de Osma, a Caltojar e incluso alguna familia acabó en Soria capital, también tenían razón cuando decían que desde entonces se había perdido el contacto prácticamente con todos los ex - habitantes del pueblo, de pasar la vida juntos a desaparecer para siempre en unos pocos días, está creo yo que es la mayor tristeza que puede pasarle a un grupo de gente conocida.

   Lo digo yo por propia experiencia,  púes mi familia estuvo viviendo en el barrio de Casa Antúnez (Can Tunis) de Barcelona durante muchos años y un buen día se nos hecho a nosotros y a todos los demás de allí y tuvimos que irnos recolocando por todos los pueblos de los alrededores de Barcelona, nosotros acabamos en Sant Boi, otros en El Prat, otros en La Mina, San Adrián del Besos, etc, etc. Y claro ni en la época del abandono de Cabreriza, ni mucho menos en el abandono de nuestras casas en Casa Antúnez existía algo parecido al Whatsapp, ni al Facebook, ni puñetas de esas que ahora hacen tal fácil el estar conectados a amigos y familiares, y así poco a poco las amistades se fueron perdiendo en las nieblas del ayer, como las historias y las relaciones de tantos y tantos pueblos abandonados de este nuestro país.
  Mi primo Víctor apareció por allá un buen día acompañado por su novia (en aquellos tiempos) y se alojaron en la casa donde vive ahora, prestada en usufructo por él hermano del pastor propietario del rebaño que habita el pueblo, desde aquél día Víctor ha pasado por toda clase de alegrías y desgracias - como todos - los primeros tiempos debieron de ser realmente muy duros, teniendo en cuenta que él había estado acostumbrado a vivir toda su vida en las "comodidades" inherentes a la vida en la ciudad, su agua corriente, su luz eléctrica, su tv, el ordenador, el móvil, etc, etc, y de pronto te encuentras abandonado, donde Dios perdió el gorro, sin ninguna de esas comodidades urbanitas y con el agravante de que en caso de necesitar agua tener que ir a buscarla a la fuente - sea la hora que sea - la ducha de agua fría siempre, tener que cocinar con leña - un lujazo aquí en la "civilización" - tener que ir a buscar la leña para calentar el agua, la comida, la casa, sobrevivir a base de poner al rojo vivo de calor las estufas - afuera de los muros de la casa quizás 12 o 15 bajo cero - y lo más jodido de todo,  pasar de uno a otro extremo en cuestión de días.
   Quizás otro tipo de persona le habría dado dos patadas a la casa a los cuatro días y se habría vuelto a la civilización a toda leche, pero yo tengo catalogado a mi primo como a uno de aquellos pioneros americanos del oeste, con sus bártulos a cuestas y andando siempre tras el sol de la tarde, un paso tras otro en la búsqueda del Dorado, para él su Dorado fue Cabreriza y al final lo alcanzó, le costó mucho tiempo y sobretodo esfuerzos de toda clase pero por fin alcanzó su meta y está donde quería estar.
   Cada vez que pienso en él recuerdo la película de Robert Redford "Las aventuras de Jeremiah Johnson" (otra vez recordando películas, que le voy ha hacer, soy un cinéfilo zumbao, cosas que pasan...)
  Hay que reconocer que también ha tenido mucha, mucha suerte, pues la vida de los pueblos aún hoy día, por suerte, no tiene nada que ver con nuestra triste vida de ciudad, en los pueblos todavía existen las buenas personas, personas que se ayudan entre ellas todo lo que pueden, que se hacen favores sin intención de cobrarlos, que se prestan ayuda, materiales, conocimientos y todo lo que haga falta para seguir viviendo lo mejor que se pueda en cada caso. Y esto si lo puedo atestiguar en primera persona, durante los días que estuvimos con él estuvimos alojados en una casa rural en el municipio de Casillas de Berlanga y cada mañana íbamos a buscarlo para usarlo como guía turístico, estuvimos así en Soria, El Burgo de Osma, Osma, Calatañazor  y el mismo Berlanga de Duero, y en todos sitios lo conocían, aunque fuese de oídas, paseando por Berlanga todo el mundo se paraba a saludarle y a echar el ratito de charla con nosotros.
   La cohesión social que implica vivir en un pueblo pequeño donde te conoces con todo el mundo prácticamente desde que naces es muy importante, en comparación en nuestras ciudades esto es muy complicado, solemos vivir en enormes conejeras llamadas edificios de viviendas, donde vivimos hacinados en cuarenta o cincuenta nichos por escalera, donde cada vez se conoce menos a tus vecinos, hoy día personas alquiladas que van y vienen sin descanso, sin dar prácticamente tiempo a conocerse, las personas mayores que llevan contigo conviviendo muchos años van muriendo poco a poco y te vas quedando solo, hoy apenas quedan cuatro o cinco de estas personas en tu escalera de viviendas y al resto prácticamente los conoces de vista y poco más.
  Esto en un pueblo como Berlanga - y muchísimos más en toda España, por suerte todavía - es prácticamente imposible que suceda, evidentemente malos bichos habrá como en todos sitios, pero la buena gente gana por goleada. Las relaciones son más intimas que en otros lugares, evidentemente el frío ayuda y mucho, en este país los centros neurálgicos de la vida del pueblo son siempre los bares, las tascas, los restaurantes y todo lugar donde tomarse una cervecilla, un café o lo que te dé la gana con los amigos y esto en Berlanga pasa como en todos sitios, hay de sobra, pero también cuentan y mucho las condiciones climáticas, el frio se pasa mejor en compañía y sentaditos al lado de la lumbre, tu cafetito en una mano y la charla con los colegas ¿Qué más se puede pedir?
Camino a Cabreriza
Cabreriza en lontananza
Un último esfuerzo
Cabreriza desde el cielo
Seguir la flecha...
Mi madre en casa de Víctor
Sombras
Amigos
La habitación de Víctor
Los restos de un vecino
en el alfeizar de su ventana
Wilma
El horno del pan y
las pizzas
Víctor, mis tíos y mi madre esperando la comida
¡ Pedazo de lumbre !
¡ Resultado final !
Todo preparado
Nuestro hogar durante el viaje, la casa de
turismo rural San Baudelio en Casillas de
Berlanga
Paisaje en Casillas de Berlanga
La familia paseando por
Casillas de Berlanga
La Colegiata de Berlanga
de Duero
Camino a la Colegiata
Calle de Berlanga
Vistas del castillo de Berlanga
Vista de Berlanga desde el castillo
Paisaje en Casillas de Berlanga
Paisaje en Cabreriza
Adiós Cabreriza, adiós Víctor y compañía, cualquier día de estos nos vemos otra vez ...