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Camprodón
Turisme Camprodon
  Camprodón es una localidad situada en el corazón del Pirineo Oriental, en la provincia de Girona.  Construido sobre tradiciones centenarias, y rodeado de una naturaleza exuberante, ofrece increíbles contrastes en cualquier época del año.
  La visita a Camprodón la comenzamos en la parte alta del pueblo, en la plaza de Santa María, donde está el monolito que conmemora el nacimiento del gran compositor Isaac Albéniz. Frente a él está el bello Monasterio de Sant Pere, de estilo románico y consagrado en el año 905. Este dio origen al pueblo, pues los colonos fueron atraídos por los monjes. Llama la atención su pórtico abocinado y el reparto de sus espacios en forma de cruz latina.

  Detrás del monasterio está Can Roig, un edificio modernista del siglo XX con cierta inspiración historicista. A lado del monasterio está la Iglesia de Santa María, cuyo aspecto actual es del siglo XIV, siendo ampliada en el XVII.
  De camino al río Ritor, y su puente de Sant Antoni, encontramos mucho que ver en Camprodón, como el Museo de la Retirada, donde se explican los últimos días del Ejército de la Segunda República antes de pasar a Francia y se exhiben las armas abandonadas en las inmediaciones de Camprodón. Al otro lado del puente de Sant Antoni está el paseo de la Font Nova, con las residencias vacacionales de los burgueses barceloneses de finales del siglo XIX y principios del XX.
  Por la calle Ignasi Casabó se llega hasta la Torre del reloj, de 1761. Detrás de esta torre hay una colina donde se encuentran los restos del Castillo de Sant Nicolau adosados a la muralla de la villa.
  Si  se vuelve a cruzar el río Ritor por el puente en dirección norte, se llega a la plaza del Doctor Robert, donde el Hotel Camprodón es ejemplo de edificio modernista local. Desde allí se puede recorrer el bellísimo Passeig Maristany, en el que hay numerosas residencias estivales construidas por la burguesía barcelonesa a comienzos del siglo XX. Al regresar a la confluencia de los ríos Ter y Ritor podemos disfrutar del bello Puente Nuevo (inicialmente del Siglo XII) que confirió importancia estratégica al lugar, y por el que se pagaba pontazgo.
Desde allí se pueden disfrutar de bellas vistas de las casas colgadas sobre el río. Ya en la orilla derecha del río Ter accedemos al Museo Isaac Albéniz, que reúne piezas sobre el genial compositor allí nacido. Desde la plaza de España accedemos a la Plaza del Carmé y la iglesia de igual nombre, así como la mansión conocida como Cal del Marqués, por haber pertenecido al marqués de Farrás.
  En las afueras del pueblo, cerca del sendero GR-11, en el límite con el pueblo de Beget, están las ruinas del legendario Castillo de Rocabruna. El que ascienda hasta este apartado lugar disfrutará de bellas vistas del contorno y podrá ver los vestigios restantes: muros y la torre del homenaje.
  Camprodón alberga importantes atractivos para el paseo sosegado por su casco histórico y aledaños. Su historia comenzó tras la sublevación de los mozárabes de Girona, en el año 785, y la consiguiente ocupación de la zona por los francos, en el año 905 el conde Wifredo II de Barcelona promueve la consagración del monasterio de Sant Pere, alrededor del cual se van estableciendo pobladores. En el siglo X ya se atribuye a un tal Pedro -que participó en la reconquista de Barcelona en 986- el señorío sobre el castillo de Rocabruna, situado en un cerro en las inmediaciones de Camprodón.
  En 1118 el conde Ramón Berenguer III le da permiso para celebrar un mercado. Y en el año 1196 el rey Pedro I autoriza la construcción del castillo de Sant Nicolau en la colina situada en la confluencia de los ríos Ritor y Ter. Protegiendo el puente que atraviesa éste último río. En 1252 es villa de realengo y recibe el título de cabeza de una veguería, circunscripción administrativa local. Entre 1286 y 1301 pasó a estar bajo el dominio del vizconde de Castellnou.
  Durante la Guerra de los Payeses de Remensa (1469-77) la familia noble que tenía la fortaleza de Rocabruna era partidaria de mantener el estatus jurídico de los payeses de Remensa, por lo que se mantuvo fiel al rey Juan II de Aragón; lógicamente, los payeses de pueblo se les oponían. Por eso en 1471 la población fue saqueada e incendiada por las tropas francesas del rey Luis XI, que ayudaban a los nobles y al rey Juan II de Aragón.
  De nuevo fue saqueada durante la Guerra de los Segadores, a mediados del siglo XVII. Pocos años después, en 1689, el ejército del duque de Noailles conquistó el pueblo durante un breve periodo de tiempo. Dada la escasa eficacia de la fortaleza ante anteriores asaltos, al ser retomado el lugar por las tropas del duque de Villahermosa, volaron el castillo de Sant Nicolau.
  En 1794, durante la segunda fase de la Guerra de la Convención, las tropas francesas del general Dagobert incendiaron de nuevo el pueblo.

  En el siglo XIX, durante las guerras carlistas, fue conquistada en varias ocasiones por las tropas del pretendiente, que llegaron a tener un hospital allí. En el invierno de 1939, durante unos días, el Gobierno de la República estuvo radicado en una mansión del  paseo de Maristany, desde la que el Presidente, el  Dr. Negrín, dirigió la retirada de su ejército antes de internarse en Francia.
  Quizas la empresa más conocida con residencia en el pueblo es la empresa Birba, la historia de esta empresa se remonta al siglo XIX. A finales del siglo XIX, la familia Birba abrió una pequeña tienda en la que se vendía un poco de todo: desde alimentación hasta escobas.
  Durante esta época, Camprodón, debido a su clima y naturaleza, empieza a ser uno de los destinos preferidos de veraneo para la gente de Barcelona. Aquí la familia Birba vió la oportunidad de ampliar su negocio con una Confitería para ofrecer productos a los veraneantes. Uno de los hijos aprendió el oficio de Maestro Pastelero y consiguió gran éxito, ya a principios del s. XX, gracias a las "cocas y tortas de hojaldre". Sin embargo, durante los meses de invierno, debido a la falta de veraneantes, las ventas eran mínimas. Esto les llevó a iniciar la elaboración de galletas, que no son tan perecederas como los pasteles. Y así, en los inicios del siglo XX, nacieron las galletas Birba.
  Las galletas se elaboraban de forma muy artesanal en un pequeño obrador que había en el sótano de la casa. Disponían también de un almacén y una sala de encajado. Debido a la originalidad de las recetas y a la gran calidad de las materias primas, las galletas adquirieron prestigio y la demanda empezó a crecer por toda Cataluña.
   La marca empezó a ser conocida como sinónimo de calidad, sabor y naturalidad. Productos muy naturales, realizados artesanalmente, con los mejores ingredientes de la zona.
  La demanda iba en aumento, el obrador se quedó pequeño, y en 1929 se construyó la primera fábrica Birba en el centro de Camprodón, en la avenida Maristany. Este mismo año se le concedió a la fabrica "El gran premio de la Exposición Internacional de Barcelona".
   Durante la guerra civil la fábrica se vio afectada en varias ocasiones y tuvo que ser reconstruida. Esta época fue muy difícil debido a la escasez de materias primas y se llegó incluso a sembrar trigo y remolacha para obtener azúcar y harina para la elaboración de las galletas.
   En 1961 Llorenç Birba Cordomí fue condecorado con la medalla de bronce al merito en el trabajo, por su esfuerzo y dedicación.
  Desde entonces la empresa ha pasado por diferentes etapas hasta llegar a los actuales propietarios, pero siempre ha sido fiel al legado de la familia, respetando los procesos de elaboración artesanal y cuidando al máximo la selección y calidad de sus ingredientes. La fábrica actual se construyó en el año 2008, al lado de Camprodón - en la llamada Colonia Estabanell -  y cuenta con mas de 7000 metros, pero todavía conserva hornos de la fabrica inicial que funcionan perfectamente.

  Hoy en día, la gama de productos Birba se compone de diferentes variedades, de las cuales la mayoría se fabricaban ya en sus inicios, en 1910.

Monasterio de Sant Pere
Museo de la Retirada
Torre del Reloj
Paseo Maristany
  El vecino más famoso de Camprodón fue Isaac Albéniz, niño prodigio, debutó como pianista a los cuatro años, con gran éxito, en un recital en Barcelona. Tras estudiar piano en esta ciudad e intentar, infructuosamente, ingresar en el Conservatorio de París, prosiguió sus estudios en Madrid, donde su familia se había trasladado en 1869.

  Espíritu inquieto, a los diez años se fue de casa, y recorrió varias ciudades y pueblos de Castilla organizando sus propios conciertos. Una segunda fuga, en 1872, le llevó a Buenos Aires. Protegido por el secretario particular de Alfonso XII, el conde de Morphy, Albéniz, consciente de sus carencias técnicas, pudo proseguir sus estudios en el Conservatorio de Bruselas.

  Año importante fue el de 1882: contrajo matrimonio y conoció al compositor Felip Pedrell, quien dirigió su atención hacia la música popular española, inculcándole la idea, esencial para el desarrollo de su estilo de madurez, de la necesidad de crear una música de inspiración nacional. Fue entonces cuando Albéniz, que hasta ese momento se había distinguido por la creación de piezas salonísticas agradables y sin pretensiones para su instrumento, el piano, empezó a tener mayores ambiciones respecto a su carrera como compositor.

  Su estilo más característico comenzó a perfilarse con las primeras obras importantes de carácter nacionalista escritas a partir de 1885, en especial con la Suite española de 1886. Su ideal de crear una "música nacional de acento universal" alcanzó en la suite para piano Iberia, su obra maestra, su más acabada expresión. Admirada por músicos como Debussy, la influencia de esta partitura sobre otros compositores nacionalistas españoles, entre ellos Falla y Granados, fue decisiva. Ella sola basta para otorgar a Albéniz un lugar de privilegio en la música española.

Mercadillo en la Plaza del Dr. Robert, los domingos
Can Roig
Tocinería Cal Xec
Típica torrada con fuet
Retirada ejercito republicano 1939
El Dr. Negrín, presidente
de la Republica.
El compositor Isaac Albéniz
Edificio de la sede original de Galletas Birba
en el Paseo Maristany
El castillo de Rocabruna
El río Ter
El río Ter y el Puente Nuevo
Vehículos de época en el Museo de la Retirada
El Puente Nuevo
Galletas Birba
  En fin nuestro pequeño paseo por la villa de Camprodón está llegando a su fin, aunque hay que reconocer que la villa da para mucho más que un pequeño paseo, además también el visitante tiene la oportunidad de visitar pueblos cercanos tan interesante como Camprodón, pueblos cómo Llanars, Abella, Vilallonga de Ter, las dos Tregurà la de Dalt y la de Baix y Setcases con el acceso a la estación de esquí de Vallter 2000, así que ya sabéis naturaleza a porrillo y paisajes para acabar con la tarjeta más gorda que podáis comprar para vuestra cámara.

   No lo penséis más acercaos a la zona y disfrutarla, que son cuatro días, coño.

La nueva fabrica de Galletas Birba en la Colonia Estabanell, a menos de tres kilómetros de Camprodón,